lunes, 15 de junio de 2015

LA CONQUISTA DEL PERÚ

1. ANTECEDENTES DE LA CONQUISTA

1.1. EL PRINCIPIO DE LA CONQUISTA

1.1.1 Primera fase

En 1531, las tropas de Pizarro se separaron en dos; Pizarro en Coaque se dirigió hacia Puná (en el Golfo de Guayaquil). En Puná, los españoles recibieron regalos e instrumentos musicales por parte del curaca punaneño, que los veía como instrumento para sus fines. Más tarde dicho curaca recurrió a los punaneños y se rebelaron por los excesos cometidos por los españoles. 

Los punaneños tuvieron que enfrentarse no sólo a españoles sino también a tumbesinos, aliados de los españoles por viejos resentimientos de guerra hacia los isleños de Puná. Más tarde los españoles fueron víctimas de traiciones y conspiraciones por parte de sus aliados tumbesinos.

1.1.2 Segunda fase

Hernando de Soto con su tropa persiguió a los tumbesinos levantados durante toda la noche y en la mañana. Al día siguiente continuó la persecución. El cacique Quilimasa con las debidas garantías para su vida, se presentó ante Hernando de Soto, quien lo llevó donde estaba el Gobernador. De la conversación con Quilimasa, se entera que otros caciques más importantes habían ordenado la muerte de los españoles.

Otra conversación importante fue la que sostuvo Pizarro con un principal venido del interior donde le informan que había mucha tierra poblada y muchos cántaros de oro y plata, y casas chapeadas con planchas de oro; les informó también sobre valles más fértiles. Además de lo anterior, informó a Pizarro sobre la situación Inca. Todos estos informes entusiasmaron a Pizarro, quien decidió continuar con la conquista.

En vista que no encontraron a los indios que perseguían y que los poblados tumbesinos habían sido arrasados por los Punás, Pizarro decide continuar dejando en ella a su teniente y abandonarla en dos grupos. La vanguardia a su mando, acompañada por Hernando de Soto, partió hacia Poechos. La retaguardia, al mando de Hernando Pizarro, salió de Tumbes tiempo después, porque en sus filas había enfermos: se les ordenó que siguieran a la vanguardia.

La fundación de San Miguel
En Poechos, Pizarro tiene noticias de Atahualpa, que se estaba desplazando de Quito a Cajamarca. Además, tuvo detalles de la guerra que sostenía con Huáscar Inca Yupanqui. Decide enviar a Hernando de Soto a Caxas, con la finalidad de recopilar información sobre Atahualpa. Hernando de Soto se tomó un tiempo en esto, lo que causó la preocupación de Francisco Pizarro. En tanto se une la retaguardia de conquistadores que venían con Hernando Pizarro. En este tiempo se habían levantado los indios de Chira y Tangarala (Tangarará), obligando a los españoles de Hernando de Soto, a atrincherarse en la huaca Chira, enviando por ayuda a una parte de españoles donde Pizarro.

Francisco Pizarro deja a Hernando Pizarro en Poechos, y se dirige a la huaca Chira para auxiliar a sus compañeros de armas. Allí castigó severamente a los curacas. Luego de apaciguar a Chira, se dirige a Tangarala (Tangarará), en donde funda la Villa de San Miguel, el 15 de agosto de 1532. Fue la primera ciudad española fundada en el Perú. Luego pasó a Piura, territorio de los tallanes. En esta ciudad, Francisco Pizarro hace el primer reparto de tierras y siervos indios entre los españoles que quisieron afincarse en ella. Este primer reparto incluyó además de Piura, Tumbes. Pedro Pizarro, que había quedado con Hernando Pizarro en Poechos, describe la presencia de un espía de Atahualpa. Así Pizarro tiene por primera vez noticia de Atahualpa, de la guerra civil que enfrentaba a los hermanos y del derrotado Huáscar, que había sido capturado.

Viaje de Piura a Cajamarca
Pizarro se dirige a Cajamarca por el Caminos del Inca, en donde sabía se encontraba Atahualpa. Camino a Cajamarca, un noble orejón se entrevista con Pizarro para hacerle saber que el Inca "tiene la voluntad de ser su amigo, y esperalle en paz en Caxamarca". Luego de esto el indio retornó a Cajamarca a informar a Atahualpa y a entregarle los regalos que envió con él Francisco Pizarro y para decirle que se apresuraría en llegar a Cajamarca y ser amigo del Inca. Para no ser hostigado por ambos bandos de la confrontación intestina, Pizarro pregonaba que era partidario de Huáscar Inca Yupanqui y al noble le decía que venía a apoyar a Atahualpa.

Las tropas de Atahualpa acababan de derrotar a las de su hermano Huáscar en Huanacopampa, el cual había sido hecho prisionero. Mientras esta represión tenía lugar, Atahualpa permanecía en Huamachuco festejando los triunfos de sus generales y se preparaba para dirigirse a Cajamarca. En esto llegaron mensajeros enviados por los curacas de Payta y de Tumbes avisando de la llegada de unos extraños personajes que habitaban unas casas flotantes y montaban unos enormes animales. Atahualpa retrasó su marcha a Cajamarca para ver a los recién llegados y dio a sus generales la orden de ir a Cajamarca con Huáscar, lugar donde se reuniría con ellos.

Los españoles habían llegado a Cajamarca por las alturas de Shicuana, al noreste del valle. Era el viernes 15 de noviembre de 1532. Habían caminado 53 días desde San Miguel de Piura.

Captura de Atahualpa
Cuando Pizarro entró en Cajamarca, Atahualpa se encontraba a media legua del asiento, en los Baños del Inca, donde había asentado su real, mandó a decir al inca que él venía de parte de Dios y del Rey a predicar y tenerlos por amigos, y otras cosas de paz y amistad, y que se viniese a ver con él. El Inca respondió a la embajada de que podían quedarse en la llacta de Cajamarca, que él no podía ir porque estaba terminando su ayuno. El Inca, una vez que se fueron los españoles, ordenó que veinte mil soldados imperiales se apostasen en las afueras de Cajamarca, para capturar a los españoles: estaba seguro que al ver tanta gente, los españoles se rendirían.

El inca comenzó su entrada en Cajamarca, Francisco Pizarro envió al cura dominico, fray Vicente de Valverde, al soldado Hernando de Aldama y al intérprete Martinillo. Ante el Inca, el cura Valverde hace el requerimiento formal a Atahualpa de abrazar la fe católica y someterse al dominio del rey de España, al mismo tiempo que le entregaba un evangelio. El diálogo que siguió es narrado de forma diferente por todos los testigos. Según algunos cronistas, la reacción del Inca fue de sorpresa, curiosidad, indignación y desdén. Atahualpa abrió y revisó el evangelio minuciosamente. Al no encontrarle significado alguno a lo escrito en él, lo tiró al suelo. La reacción posterior de Atahualpa fue decirle a Valverde que los españoles devolviesen todo lo que habían tomado de sus tierras sin su consentimiento; que nadie tenía autoridad para decirle al Hijo del Sol lo que tenía que hacer y que él haría su voluntad; y finalmente, que los extranjeros "se fuesen por bellacos y ladrones"; en caso contrario los mataría.

A una señal de Francisco Pizarro se puso en marcha lo planificado por él. Disparó el falconete de la artillería de Pedro de Candía y las trompetas y salieron los caballos. Cuando un español quiso herir al Inca Francisco Pizarro gritó que "nadie hiera al indio so pena de la vida...", hasta que hicieron caer el anda y capturan al Inca, al que ponen bajo arresto en un ambiente del Templo del Sol. Al caer la noche de aquel 16 de noviembre de 1532, habían terminado para siempre el Tahuantinsuyo, el Inca estaba cautivo y con su prisión llegaba a su fin la independencia del estado inca.

1.1.3 Tercera fase

Tras la victoria en Cajamarca los vencedores repartieron el botín de guerra en los Baños del Inca. El cronista Jerez dice que había oro y plata en piezas monstruosas y platos grandes y pequeños, y cántaros y ollas o braseros y copones grandes y otras piezas diversas. Atahualpa dijo que todo esto era vajilla de su servicio, y que sus indios que habían huido habían llevado otra mucha cantidad". Fue los primeros trofeos de importancia que tomaron los españoles. Los cronistas señalan que "ningún soldado se enriqueció tanto en tan poco tiempo y sin riesgo".

El rescate
Estando en prisión Atahualpa, venían los curacas a visitarle trayéndole obsequios, en oro y plata. El Inca se dio cuenta entonces de que el oro y la plata tenían para los españoles otro valor, diferente, al que él y su pueblo le daban. También se dio cuenta y se convenció que la única forma de salvarse era ofreciéndoles gran cantidad de oro y plata. Y así lo hizo. Le propuso a Francisco Pizarro: "te daría de oro una sala" que tiene 22 pies de largo y diecisiete de ancho, llena hasta una raya blanca que está en la mitad del alto de la sala; y dijo que hasta allí henchiría la sala con diversas piezas de oro, cántaros, ollas y tejuelos, y otras piezas, y que de plata daría todo aquél bohío dos veces lleno, y lo cumpliré dentro de dos meses". Pizarro se apresuró a confirmar la promesa por escrito en un acta ante escribano. Atahualpa le informó además del Templo de Pachacámac y de sus riquezas, que se encontraba a "diez jornadas al sur".

La llegada de Almagro
Estando en Cajamarca Pizarro, arribaron al puerto de Manta (actual Ecuador) seis navíos. El 20 de enero de 1533, Pizarro recibió mensajeros enviados desde San Miguel de Piura, avisándole tal arribo. Tres de las naves mayores arribaron de Panamá, al mando de Diego de Almagro, con 120 hombres. Las otras tres carabelas llegaron de Nicaragua, con 30 hombres más. En total desembarcaron, además, 84 caballos. El cacique de Tumbes entró en rebeldía, más no levantó a su gente.

Esta tercera etapa de la conquista fue más de consolidación del triunfo que habían tenido en la plaza de Cajamarca y de reparto del primer botín de guerra. A Francisco Pizarro debió preocuparle no sólo la presión de sus hombres para el reparto del oro y la plata, sino la presión que debían estar recibiendo sus socios en Panamá y Nicaragua para el pago de los fletes y demás pertrechos. Para demostrar el éxito de su empresa y poder así reclutar más gente para la empresa, gente que por otro lado debía necesitar con suma urgencia, dada la escasez de hombres con que contaban.

1.1.4 Cuarta fase

El 5 de enero de 1533, Hernando Pizarro, con Francisco de Jerez, secretario del Gobernador, parten hacia Huamachuco, por orden de Francisco Pizarro. En Huamacucho, los españoles tranquilizan a Pizarro, al informarle que todo se encontraba en calma, a lo que Pizarro les ordena avanzar hasta Pachacámac, ya que tenía de rehenes a los señores de este lugar, que también habían ofrecido oro y plata por su libertad.

El 21 de enero de 1533, ingresó a Cajamarca otro cargamento de oro y plata, traídos por otro hermano de Atahualpa. Este hermano del Inca, informó también de la existencia de otro cargamento que se encontraba en Xauxa, al mando del general Challcuchimac. Entre tanto, en Cajamarca, Pizarro comisionó a un hermano de Atahualpa, a los españoles Pedro Martín de Moguer y a Martín Bueno, negros esclavos y cientos de indios aliados, para que viajen al Cuzco, por el Cápac Ñam, y apresuren el envío del oro y plata de Xauxa y se informen de la situación en la capital del Imperio. Esta tropa salió de Cajamarca el 15 de febrero de 1533. El 25 de marzo de 1533, llega Diego de Almagro a Cajamarca y el 28 del mismo mes, entró otro cargamento de oro y plata a esa ciudad, procedente de Xauxa.
El 14 de abril de 1533, llega a Cajamarca el grupo enviado al mando de Hernando Pizarro; habían recorrido Huamachuco, el Callejón de Huaylas, Pachacámac, Xauxa, las pampas de Junín y el Callejón de Conchucos. De Pachacámac, traían “veintisiete cargas de oro y dos mil de plata” y un rehén importante: el general Challcuchimac, apresado en Jauja.

El 13 de mayo de 1533, se procede a la fundición de las piezas de oro y plata que había en Cajamarca para su reparto; además, existía el convencimiento de Francisco Pizarro, que ya se había recolectado la mayor parte del oro y plata de este reino.

El reparto del tesoro
Se sabe que no existía moneda en el Imperio Inca, en donde se presume se usaba trueque. El Oro y la Plata poseían un valor ritual, pero no tenían ni mercado ni comercio en las culturas prehispánicas, no tenían valor comercial. El valor monetario se lo añadió el transporte español al mercado de Europa.
El 18 de junio de 1533, el Gobernador Francisco Pizarro, ordenó fundir lo recaudado y se repartiese. Toda la fundición arrojó un valor español total de “un ciento y trescientos mil veintiséis mil quinientos treinta y nueve pesos de buen oro” (1.326.539 pesos de oro). 

El Gobernador, según su criterio, premió a unos con más y a otros les quitó algo. También entregó unos 15.000 pesos de oro a los vecinos que quedaron en San Miguel. A Diego de Almagro y sus huestes les repartió de acuerdo con su criterio. Les dio 20.000 pesos de oro para que se repartan entre todos ellos. Por supuesto, recibieron mucho menos que los caballeros e infantes que intervinieron directamente en la captura de Atahualpa.

Almagro había pedido que a él y a sus compañeros les tocase la mitad que a los de Cajamarca. Como no se pusieron de acuerdo, fue otro motivo para que ambos socios se distanciasen más, arrastrando en sus diferencias a los soldados que estaban bajo el mando de cada uno de ellos. Los que en Cajamarca se beneficiaron del repartimiento fueron el cura Valverde, 65 de a caballo y 105 de infantería. 

Ejecución de Atahualpa
Nunca estuvo en la mente del Gobernador Francisco Pizarro, respetar la vida del Inca. Para continuar con su estrategia, inventó rebeliones de los leales a Atahualpa, responsabilizándolo de actos de traición.
Le pusieron de nombre Francisco y no de Juan, como muchos han asegurado, el juicio y sentencia de muerte de Atahualpa, fue dado el 25 de julio de 1533.

Al día siguiente sábado 26 de julio de 1533, fue ejecutado a muerte con el garrote en la plaza de Cajamarca. Muerto Atahualpa, termina la dinastía de los Incas, que gobernaron el Imperio (aunque Atahualpa, no fue reconocido por las panacas reales cusqueñas, los españoles lo consideraron Sapa Inca). Para guardar las apariencias, y tener un seguro hasta la toma del Cuzco, Francisco Pizarro, nombra otro Sapa Inca, que recae en un hijo de Huayna Cápac, duodécimo Sapa Inca del Imperio: Túpac Huallpa, y que los cronistas españoles nombran como Toparpa, quien reconoce vasallaje al rey de España.

1.1.5 Quinta fase

A pesar de tener casi dominado el norte del Imperio, con la toma de la isla de la Puná, Tumbes, haber fundado una ciudad en San Miguel de Piura, haber tomado la plaza fuerte de Cajamarca, tener de rehenes a varios curacas y haber asesinado al Inca y tener de apoyo a muchos indios huascaristas y etnias esperanzadas en ser liberadas del yugo Inca, los españoles aún no habían consolidado la conquista. 

Francisco Pizarro, funda la ciudad de Jauja, muy cerca de la Xauxa inca, deja en ella a 80 españoles, al tesorero de Su Majestad y a un lugarteniente como su representante. En esta ciudad muere misteriosamente Túpac Huallpa.

El 14 de noviembre de 1533, se presentó en el campamento de Francisco Pizarro, de Xaquixaguana, Manco Inca Yupanqui, hijo de Huayna Cápac, de ascendencia cusqueña, que había andado siempre fugitivo de las huestes de Atahualpa. Manco Inca Yupanqui, llamado también Manco II, era uno de los hijos de Huayna Cápac con la Coya Imperial del Cusco. Fue nominado Sapa Inca pizarrista al poco tiempo de morir Túpac Huallpa (Toparpa). Su ascenso a Sapa Inca títere, fue pactado en el encuentro que tuvo con Pizarro en Jaquijahuana. Su reconocimiento y colocación de la mascapaycha se produjo en el Cusco ocupado. Fiel a los términos del compromiso adquirido, al principio colaboró en todo con Pizarro.

Llegó a ayudarlo en la guerra contra las tropas rebeldes del general Quízquiz, hasta alejarlo de Huánuco y situarlo a merced de los españoles y huscaristas en las tierras norteñas. Pero la armonía entre Francisco Pizarro y Manco Inca Yupanqui duró muy poco. No por culpa de él sino de los españoles, hasta que llegó Hernando Pizarro de España y lo puso en libertad en febrero de 1536; pero sin que pueda salir del Cusco. Harto de la situación en que se encontraba, se subleva a Pizarro y a los españoles.

Sin obstáculos, entró al Cusco el conquistador Francisco Pizarro, con Manco Inca y las huestes españolas e incas huascaristas a quince días del mes de noviembre del año 1533.

Era costumbre inca que cada curaca tuviera en el Cusco su alojamiento, porque tenía que venir a la ciudad imperial para entregar sus tributos al Sapa Inca, a las fiestas (principalmente, al Inti Raymi) y a toda convocatoria que se le hiciera desde el “Ombligo del mundo”. Pero, además, el auqui del curaca (su hermano o uno de sus hijos) siempre estaba en el Cusco, disfrutando de los favores de la corte del Sapa Inca. Su permanencia era la garantía del vínculo entre el Estado cuzqueño y los dominios del curaca. Era una especie de rehén.

Los nobles del Cusco, no se daban cuenta aún de que Francisco Pizarro, estaba manipulando el gobierno del Imperio, al nombrar como Sapa Inca, primero a Túpac Huallpa y luego a Manco Inca Yupanqui, manteniéndolos como rehenes, incluso. 

Los españoles en el Cuzco
No hay duda que en el Cuzco era la ciudad principal de todo el Tahuantinsuyo. Al tomarla los españoles, mermó significativamente la resistencia inca, no sólo porque allí se encontraba toda la organización del imperio, sino por el significado que tenía para los ejércitos incas ver su capital tomada y dominada por los españoles.

Los españoles también dieron suelta a su codicia de metales preciosos en él, saqueándolo, especialmente el Coricancha, los palacios imperiales y otros aposentos señoriales. 

El 23 de marzo de 1534, Francisco Pizarro realiza la fundación española de la ciudad del Cuzco con el título de La Muy Noble y Gran Ciudad de Cuzco. Se hizo el acta de fundación y se repartió entre los españoles solares, tierras e indios. Como en toda ciudad española, se escogió la Plaza Mayor, el sitio de la iglesia y se instalaron los primeros vecinos españoles del Cusco. Bajo el pretexto de enseñar y doctrinar en las cosas de la santa fe católica, se entregó a los españoles una cantidad de indios para su uso en trabajo e impuestos. Pizarro favoreció a sus amigos; en el Cusco el reparto de solares, tierras y nativos. Ello disminuyó la ya frágil cohesión española, aumentó las diferencias y ahondó los resentimientos entre ellos.

1.2. LA SITUACIÓN INCAICA

Poco tiempo después del primer contacto entre Huayna Cápac y Pedro de Candía, el Sapa Inca y su sucesor, Nina Cuyuchi, murieron a causa de una rara enfermedad, que algunos autores atribuyen a la viruela traída con los europeos.

Tras la anarquía posterior al deceso del Inca, Huáscar asumió el gobierno por orden de los orejones (nobles) de Cuzco, quienes creían que su experiencia como vice-gobernante era suficiente para asumir el mando. Después de un golpe de estado fallido; Huáscar, preocupado por la excesiva confianza que tenía su hermano Atahualpa en los generales del imperio -los denominados ikas-, ordena a su hermano que se aleje de ellos. Pero él reacciona organizando un ejército y declarándole la guerra. El enfrentamiento, que habría de durar tres años, finalizó con la victoria de Atahualpa y la captura y posterior ejecución de Huáscar.

1.3. LA SITUACIÓN DE LOS CONQUISTADORES

Hacia 1523, a los 47 años de edad, Francisco Pizarro radicaba en Panamá, ciudad de la que llegó a ser alcalde en 1522.

El análisis histórico se inclina a creer que Pizarro poseía una fortuna modesta, porque para emprender la aventura, él y Diego de Almagro, tuvieron que asociarse con un cura influyente, Hernando de Luque, que a la sazón era cura de Panamá. Villanueva habla de un cuarto "socio oculto": el licenciado Espinoza, que no quiso figurar públicamente, pero que fue el financista de las expediciones. Ello debió ser así, por cuanto nunca uno sólo de los socios decidía de manera unilateral las acciones. Sólo Francisco Pizarro, iniciada la conquista física del Perú, tomó decisiones de campaña o sobre acciones militares y administrativas, prerrogativas de su cargo de Gobernador de Nueva Castilla.

En 1524 Pizarro se asoció con Diego de Almagro y el cura Hernando de Luque para conquistar "El Birú" (palabra que después se convertiría en Perú), repartiéndose las responsabilidades de la expedición. Pizarro la comandaría, Almagro se encargaría del abastecimiento militar y de alimentos y Luque se encargaría de las finanzas y de la provisión de ayuda. En mayo de 1527, cuando habían transcurrido dos años y medio de viajes hacia el sur afrontando toda clase de peligros y calamidades, llegaron a la isla del Gallo cansados y extasiados. El descontento entre los soldados era muy grande, llevaban varios años pasando calamidades sin conseguir ningún resultado. Pizarro intenta convencer a sus hombres para que sigan adelante, sin embargo la mayoría de sus huestes quieren desertar y regresar.

En la isla del Gallo se produce la acción épica de Pizarro, de trazar con su espada una raya en las arenas de la isla exhortando a sus hombres a decidir entre seguir o no en la expedición descubridora. Tan solo cruzaron la línea trece hombres. Los "Trece de la Fama", o los "Trece de la isla del Gallo", fueron: Bartolomé Ruiz, Pedro Alcón, Alonso Briceño, Pedro de Candía, Antonio Carrión, Francisco de Cuéllar, García Jerén, Alonso Molina, Martín Paz, Cristóbal de Peralta, Elias Ascoy Angulo, Domingo de Soraluce y Juan de la Torre.

Pizarro y los Trece de la Fama esperaron en la isla del Gallo cinco meses por los refuerzos, los cuales llegaron de Panamá enviados por Diego de Almagro y Hernando de Luque, al mando de Bartolomé Ruiz. El navío encontró a Pizarro y los suyos en la Isla de la Gorgona, hambrientos y acosados por los indios. Ese mismo día, Pizarro ordenó zarpar hacia el sur.

Pizarro no fue ni el primero ni el único que intentó la conquista del Perú. Dos años antes, en 1522, Pascual de Andagoya fue el primero en tratar de efectuar esa aventura: su expedición terminó en un estrepitoso fracaso. Las noticias de la existencia de "Birú" y de sus enormes riquezas en oro y plata, debió influir en el ánimo de tales aventureros y podría haber aportado el ingrediente decisivo para preparar la expedición no sólo de Pizarro sino de Andagoya. Por tal razón, Pizarro, Almagro y Luque se lanzaron a la aventura.

2. SOCIOS DE LA CONQUISTA

En Panamá se había concentrado un gran número de españoles, entre ellos, Francisco Pizarro y Diego de Almagro. Listos para iniciar una nueva exploración, se asociaron con el clérigo Hernando de Luque, testaferro de Gaspar de Espinoza, importante banquero de Panamá, quien sustento económicamente la nueva compañía conquistadora. Con la autorización del gobernador de Panamá, Pedro Arias Dávila, Pizarro y sus socios se lanzaron a la aventura y a buscar u botín que se repartieran entre los inversionistas de la expedición. Pizarro dirigía la empresa, Almagro tomaría a su cargo la formación de la tropa cuidando su abastecimiento y Luque asumiría la dirección espiritual de los nuevos territorios.

2.1. Francisco Pizarro

(Trujillo, Corona de Castilla, 16 de marzo de 1478 — Lima, Perú, 26 de junio de 1541), fue un noble, explorador y conquistador español del Perú, gobernador de Nueva Castilla (actual territorio peruano) con sede de gobierno en La ciudad de los reyes (Lima). Se le recuerda por haber logrado imponerse sobre el Imperio incaico con ayuda de diversos cacicazgos locales, conquistando el mencionado estado imperial cuyo centro de gobierno se ubicaba en el hoy Perú, además de establecer una dependencia española sobre él. Si bien tuvo el título de marqués, fue realmente "marqués sin marquesado". Tras la emancipación de la Corona de su Majestad el rey, sus descendientes tuvieron el título de marqueses de la Conquista, pero con el nombre de Atavillos. Sin embargo, es muy posible que en razón de su lealtad a la corona le fue como honra concedido el título de marqués de los Atavillos. Para sus huestes indígenas era conocido como Apu (Jefe, Señor, General) o Machu Capitán (Viejo Capitán).

2.2. Diego De Almagro

(Almagro, España, 1475 - Cuzco, Perú, 1538). Participó en la conquista del Perú y se le considera oficialmente el descubridor de Chile, fue también el primer europeo en llegar al actual territorio de Bolivia. 

Diego de Almagro nació en la ciudad de la que lleva su apellido (en la actual provincia de Ciudad Real), siendo hijo ilegítimo de Juan de Montenegro y Elvira Gutiérrez. Ambos padres se habían dado la promesa de matrimonio, pero terminaron su noviazgo sin realizar este compromiso. Para cuando rompieron Elvira estaba embarazada de Diego, razón por la que sus familiares la ocultaron hasta que naciese el niño, que vio la luz en el año 1475.

Formalizada la sociedad entre Almagro, Pizarro y Luque, recibieron a principios de agosto de 1524 el permiso esperado para descubrir y conquistar por cuenta suya las tierras ubicadas en el levante de Panamá, empresa que culminó con la conquista del imperio inca por parte de Pizarro.

Almagro permaneció en Panamá para reclutar hombres y conseguir avituallamiento, mientras Pizarro capturaba al Inca Atahualpa en Cajamarca. Los éxitos de Pizarro le movieron a solicitar el permiso real para emprender, por cuenta propia, la conquista de nuevos territorios; aunque le fue denegado, este hecho agrietó las relaciones de amistad con los Pizarro. No obstante, cuando llegó al Perú en 1533, lo hizo con un título de igual importancia que el de Pizarro, lo cual causó fricciones entre ambos. Tras repartirse el tesoro de Atahualpa y ejecutarlo, partieron hacia el Cuzco y tomaron la ciudad. En junio de 1535 se produjo un acercamiento entre Almagro y Francisco de Pizarro, Pizarro incentivó a Almagro a realizar nuevos descubrimientos y se realizaron los preparativos en el Cuzco. En 1535 el emperador Carlos I recompensó a Almagro con la gobernación de Nueva Toledo, al sur de Perú, y el título de Adelantado de las tierras más allá del lago Titicaca, en los territorios del actual Chile.

2.3. Hernando De Luque

(Olvera - † Panamá, 1533), fue un sacerdote español. Nacido en Olvera a mediados del siglo XV, que formó parte junto a Diego de Almagro y Francisco Pizarro en la conquista de Perú. Fue nombrado maestrescuela de la catedral y provisor de la diócesis de Santa María la Antigua del Darién. Tras fundarse la ciudad de Panamá, llegó a ser su vicario y párroco. En la capitulación de Toledo, del 26 de julio de 1529, que firmó Pizarro con el emperador Carlos V (el rey español Carlos I), Hernando de Luque solicitó el obispado de Tumbes y se le nombró protector general de los indios. Dos años después formó una sociedad con Francisco Pizarro y Diego de Almagro, con el fin de organizar una expedición que prosiguiese, lo explorado por Pascual de Andagoya en la conquista del Perú. Formó junto con Pizarro y Almagro una sociedad que se llamó la Compañía de Levante. Murió en el año 1533.

3. VIAJES DE PIZARRO 

3.1. El Primer Viaje (1525-1525)

Navegaron bordeando la costa y llegaron hasta lugares desconocidos que bautizaron como Puerto Piñas y Puerto del Hambre. Más al sur, encontraron un poblado donde fueron atacados por los naturales. Por ello incendiaron el pueblo, al que llamaron a partir de ese momento Pueblo Quemado.

3.2. El Segundo Viaje (1526-1527)

Después de llegar a la altura del río San Juan, Almagro regresó a Panamá y Pizarro continuó hacia el sur. Ante la queja de los soldados, que habían acudido al nuevo gobernador Pedro de los Ríos, este envió al capitán Juan Tafur con la orden de hacerlos regresar. Tafur los halló en la Isla del Gallo, lugar del célebre episodio donde Pizarro preguntó a sus hombres si querían “regresar a Panamá para ser pobres”, sin fama ni dinero, o “seguir hacia el Perú para ser ricos”. Solo trece decidieron continuar y los demás embarcaron de regreso a Panamá. Los trece y Pizarro esperaron medio año la llegada de provisiones y hombres. Finalmente llego Bartolomé Ruiz con provisiones y la orden del Gobernador de que todos regresaran. Antes de cumplir con la orden, Pizarro y sus hombres navegaron las costas y llegaron a Tumbes. Allí fueron recibidos por los naturales, quienes les ofrecieron chicha, fruta, maíz y otras viandas. Era una forma habitual de establecer relaciones de los pueblos andinos.

Sorprendidos con las construcciones y vestidos de indígenas, decidieron regresar para pedir la autorización de conquistar las tierras halladas. Los recién llegados a Panamá alardeaban de las maravillas vistas con sus propios ojos. Sin embargo, Pizarro viajó a España para ser facultado por el Rey Carlos I, llevando consigo tumbesinos cautivos, camélidos, cerámicas y otros objetos. La Corona española firmó la Capitulación de Toledo en 1529, documento que los autorizaba a llevar a cabo su empresa.

4. CAPITULACIÓN DE TOLEDO

La Capitulación de Toledo de 1529 es un decreto real emitido como Capitulación hecha por Francisco Pizarro con la reina consorte Isabel de Portugal en Toledo, el 26 de julio de 1529, con poderes delegados por mandato de Carlos V, en razón a su ausencia en cortes. El documento contiene el convenio marco de los adelantamientos para la conquista y población de la costa del mar del Sur, con la licencia y parecer de Pedrarias Dávila, gobernador y capitán general de las provincias de Tierra Firme. Esta área había sido ya conocida, descubierta y explorada por Pizarro, cinco años antes, junto con el capitán Diego de Almagro.

En 1528 Pizarro viajó a España llevando auquénidos, ropa, objetos de oro y plata y otras cosas para mostrar al soberano español. En Sevilla, su pariente el conquistador Hernán Cortés, lo vinculó con el rey Carlos V, a quien informó de sus planes, obteniendo aceptación inmediata. Este acuerdo significó el triunfo personal de Pizarro en desmedro de sus Socios, debido a las enormes ventajas y beneficios que sacó de ella y de este modo quedaba legalizada y legitimada por la misma Corona la expedición de la Conquista del Tahuantinsuyo.

Francisco Pizarro finalmente terminó negociando con el Consejo de Indias, del que era presidente el conde de Osorno. Estas negociaciones, se trabaron porque al parecer, Pizarro solicitó la gobernación del Perú para él y para Diego de Almagro, a lo que el Conde de Osorno se opuso, por la experiencia de Santa Marta, en donde dos conquistadores que habían ocupado el mismo cargo se habían enemistado y uno de ellos asesinado al otro. Por ello, Pizarro terminó aceptando la gobernación para él, desplazando a Diego de Almagro. Terminada la negociación con el Consejo de Indias, Francisco Pizarro y el rey Carlos I de España acuerdan la firma del convenio. Ante la ausencia de Carlos I rey de España, la reina Isabel de Portugal y Francisco Pizarro ajustan la Capitulación de Toledo, el 26 de julio de 1529. 

5. TERCER VIAJE DE PIZARRO

Pizarro recluto gente antes de iniciar su nuevo viaje, entre ellos, varios de sus familiares, a quienes busco en su tierra natal. En 1531, cuando salieron de Panamá, sumaron casi doscientos hombres encaminados a conquistar el imperio. Llegaron a la isla de la Puná, donde después de una estancia pacífica de varios días, los isleños atacaron al no recibir muestras de reciprocidad. La fuerza convirtió en vencedores a los españoles, quienes llegarían más tarde a Tumbes, donde se enteraron de que una guerra sucesoria entre Huáscar y Atahualpa había acabado con el triunfo del segundo.

6. CAJAMARCA Y LA CAPTURA DE ATAHUALPA

En Cajamarca, primero Hernando de Soto y luego Hernando Pizarro visitaron al Inca, quien les ofreció chicha y les reclamó haber tomado cosas que no le pertenecían a lo largo de su recorrido. Los españoles mostraron gestos de amistad que llevaron a Atahualpa a aceptar la entrevista con Pizarro. El día del encuentro los españoles esperaban la llegada del Inca listos para combatir. Atahualpa llegó acompañado de un gran séquito de guerreros, sacerdotes, servidores, bailarines, músicos y curacas aliados. Al ingresar a la plaza salió a su encuentro fray Vicente de Valverde, quien había sido encargado de leer el “requerimiento”, mientras Felipillo le traducía al Inca. Al no comprender la compleja situación, el Inca arrojo la Biblia que le había dado el sacerdote. Inmediatamente los españoles arremetieron contra los nativos, lo que causo un gran desconcierto, el Inca cayo de su litera y fue tomado prisionero.

7. MUERTE DEL INCA ATAHUALPA

Atahualpa ofreció entregar oro y plata para establecer una alianza que fue entendida por los españoles como un rescate al modo occidental. Sin embargo, el miedo de un alzamiento y el afán conquistador provocaron la decisión de ejecutar al Inca el 26 de julio de 1533. Formalmente, justificaron la muerte acusando a Atahualpa de complotar un ataque y del asesinato de su hermano Huáscar.

Luego, los españoles se dirigieron hacia la ciudad sagrada del Cuzco a donde arribaron el 15 de noviembre de 1533.

8. CONFLICTO ENTRE PIZARRO Y ALMAGRO

La causa inmediata de la guerra entre Francisco Pizarro y Diego de Almagro fue la posesión del Cuzco, la capital de los incas.

La Capitulación de Toledo, firmada el 26 de julio de 1529, sentó las bases jurisdiccionales de los territorios conquistados por Pizarro y Almagro, siendo ampliada después por la Real Cédula del 21 de mayo de 1534. En ella se establecía dos gobernaciones: para Pizarro la Gobernación de Nueva Castilla, que comenzaba en el norte en el pueblo de Teninpulla o Santiago (al norte del actual Ecuador) y se extendía 270 leguas hacia el sur. Y para Almagro, la Gobernación de Nueva Toledo, que se extendía inmediatamente al sur de la Nueva Castilla, extendiéndose en 200 leguas.

En teoría, no debía haber problemas en determinar exactamente donde terminaba la Nueva Castilla y donde comenzaba la Nueva Toledo, pero estalló entonces la controversia: mientras Almagro sostenía que las mediciones de las 270 leguas de la Nueva Castilla debía hacerse siguiendo las sinuosidades de las costas, con sus golfos y caletas, en cambio Pizarro sostenía que debía hacerse siguiendo la línea del meridiano. De acuerdo a la tesis de Almagro, la gobernación de Nueva Castilla terminaba al norte de Lima, y de acuerdo a la de Pizarro, terminaba al sur del Cuzco. Consultada la Corona española, esta daría la razón a Pizarro, pero su resolución llegaría muy tarde.

Convencido de su tesis, Almagro se dispuso a ocupar Cuzco en 1535, alentado por sus partidarios. La guerra civil habría estallado entonces, de no ser que el astuto Pizarro convenciera a su socio a que marchara a la conquista de Chile, situada al sur de su gobernación, pues se decía que era una tierra donde abundaban los metales preciosos y donde hallaría, presumiblemente, un segundo Cuzco. Almagro emprendió entonces la expedición a Chile, partiendo del Cuzco el 3 de julio de 1535. El viaje por Chile fue duro y penoso, no encontrando nada de valor, a pesar de haber llegado hasta la altura del actual Valparaíso. En su mayor parte era un territorio desértico, poblado de indios belicosos. Esta expedición duró alrededor de dos años, y terminó en 1537, con el retorno de Almagro y los restos de sus tropas, que descansaron en Arequipa, antes de marchar hacia el Cuzco.

9. LAS LEYES NUEVAS

Las Leyes Nuevas (originalmente Leyes y ordenanzas nuevamente hechas por su Majestad para la gobernación de las Indias y buen tratamiento y conservación de los Indios) son un conjunto legislativo promulgado el 20 de noviembre de 1542 que pretende mejorar las condiciones de los indígenas de la América española, fundamentalmente a través de la revisión del sistema de la encomienda y brindando una serie de derechos a los indígenas para que vivan en una condición mejor. 

9.1. Precedentes

Desde comienzos del siglo XVI surgieron críticos en España con la situación que sufrían los indios en las, hasta entonces, islas próximas al continente americano. La Junta de Burgos y su fruto legislativo, las Leyes de Burgos (1512-1513), trataron de conciliar el derecho de conquistar América con la prevención de los abusos mediante, entre otras cosas, la creación de la encomienda. Esta figura jurídica tenía tres claros objetivos: de un lado, respetar la condición de vasallo del rey de España (esto es, no esclavo) del indio; de otra, evangelizarlo, tarea que correspondía al colono a cargo de la encomienda; y finalmente hacer productiva las tierras colonizadas mediante el trabajo del indio, a las que estaba ligado.

Las Leyes de Burgos no tienen precedente en la historia colonial americana. Son los primeros instrumentos legales creados para la protección de los habitantes de territorios colonizados, y precursores del derecho internacional. Sin embargo, estas leyes eran prematuras para su tiempo. En el conjunto de América, las libertades y derechos individuales no llegaron hasta el siglo XIX. Por ello, esta legislación vanguardista no siempre se cumplió en los territorios españoles de ultramar. Las leyes legalizaron una situación ya existente en la que algunos indios estaban obligados a trabajar para encomenderos.

Durante el reinado de Carlos I de España, el debate se reavivó. El rey, influido por los escritos y argumentos del fraile dominico Bartolomé de las Casas, encargó revisar la legislación colonial. El propósito de Las Casas era abolir la encomienda, puesto que consideraba que se estaba degradando a los indios, forzándoles a abandonar su medio natural e instalarse en las encomiendas, al tiempo que la introducción del dinero rompía las estructuras sociales y comunales de los mismos. Su postura no era un hecho aislado, sino que se enmarcaba dentro de un debate acerca de la propia legitimidad de la conquista y colonización. Al final propone otros títulos, llamados "legítimos", con los cuales justifica la empresa americana. Su argumentación parte de la bula "Sublimis Deus" dictada por el papa Paulo III.

9.2. Contenido de las Leyes Nuevas

En 1542 los críticos de la encomienda logran su propósito mediante la promulgación, por parte del rey, de las Leyes Nuevas (20 de noviembre). Estas leyes reordenaron la administración ultramarina fundando varias Capitanías Generales, como la del Reino de Guatemala. Se decretó la extinción de la encomienda, y se prohibió la esclavitud del indígena, el cual gozaba (en teoría) los mismos derechos y obligaciones de cualquier vasallo de los otros reinos regidos por la Corona de Castilla. Las encomiendas dejaron de ser hereditarias y debían desaparecer a la muerte de los encomenderos actuales. Las principales resoluciones en beneficio de los indígenas fueron:
  • Cuidar la conservación, gobierno y buen trato de los indios.
  • Que no hubiera causa ni motivo alguno para hacer esclavos, ni por guerra, ni por rebeldía, ni por rescate, ni de otra manera alguna.
  • Que los esclavos existentes fueran puestos en libertad, si no se mostraba el pleno derecho jurídico a mantenerlos en ese estado.
  • Que se acabara la mala costumbre de hacer que los indios sirvieran de cargadores (tamemes), sin su propia voluntad y con la debida retribución.
  • Que no fueran llevados a regiones remotas con el pretexto de la pesca de perlas.
  • Que los oficiales reales (del virrey para abajo) no tuvieran derecho a la encomienda de indios, lo mismo que las órdenes religiosas, hospitales, obras comunales o cofradías.
  • Que el repartimiento dado a los primeros conquistadores cesara totalmente a la muerte de ellos y los indios fueran puestos bajo la Real Corona, sin que nadie pudiera heredar su tenencia y dominio.

9.3. Aplicación y consecuencias en Perú

Al mismo tiempo que se aprobaron las Leyes Nuevas, se creó también el Virreinato del Perú y la Real Audiencia de Lima. Fue elegido como primer virrey del Perú Blasco Núñez Vela, quien aplicó enérgicamente la nueva legislación. Los encomenderos protestaron indignados y organizaron una rebelión, eligiendo como líder a Gonzalo Pizarro, rico encomendero en Charcas.

Los oidores de la Real Audiencia se inclinaron a defender los derechos de los encomenderos, tomaron prisionero al virrey (18 de septiembre de 1544) y lo embarcaron, de vuelta a España. Pizarro entró triunfalmente en Lima el 28 de octubre de 1544, al frente de 1200 hombres. Los oidores lo nombraron gobernador del Perú.

El virrey Núñez Vela logró escapar y organizó un ejército. Sin embargo, fue derrotado en la Batalla de Iñaquito, el 18 de febrero de 1546, hecho prisionero y decapitado en el campo de batalla. Pizarro también logró otra victoria sobre fuerzas leales, en la Batalla de Huarina, cerca del lago Titicaca, el 20 de octubre de 1547.

Sin embargo, el poder de Pizarro se desvaneció cuando el nuevo representante de la corona, el sacerdote Pedro de la Gasca, nombrado presidente de la Real Audiencia, ofreció el perdón a los sublevados y derogó las Leyes Nuevas. Las fuerzas de Gonzalo Pizarro empezaron a desertar y sumarse a Gasca. Ambos ejércitos se enfrentaron en la batalla de Jaquijahuana, en la pampa de Anta o Sacsahuana, el 9 de abril de 1548, donde los sublevados fueron derrotados y ejecutados sumariamente.

9.4. Aplicación y consecuencias en Nueva España

En México fue enviado el juez visitador Francisco Tello de Sandoval para aplicas las Leyes Nuevas. Sin embargo, el visitador optó por suspender su aplicación, ante las peticiones del Ayuntamiento de la ciudad de México, del virrey Antonio de Mendoza e incluso del obispo fray Juan de Zumárraga y los provinciales de las órdenes religiosas, mientras hacían llegar su apelación a España. El 20 octubre de 1545 el rey suspendió el capítulo que prohibía la herencia de las encomiendas. La norma que subsistió fue la concesión por "dos vidas", la del titular y su heredero. Las demás disposiciones quedaron en vigor. 

10. LA GUERRA DE LAS ENCOMIENDAS

10.1. Causas
  • Promulgación de las Nuevas Leyes de Indias de 1542 por el que se estipulaba entre sus disposiciones más importantes:
  • Creación del Virreinato del Perú y fin de las antiguas gobernaciones de Nueva Castilla y Nueva Toledo
  • Supresión del carácter perpetuo de las encomiendas

10.2. Principales hechos:

En noviembre de 1542 la corona decretaba la creación del Virreinato del Perú al promulgarse las 30 ordenanzas que conformaban las nuevas Leyes de Indias. Estas suprimían la perpetuidad de las encomiendas, como mecanismo de defensa del indio, las cuales quedaron reducidas por una sola vida, es decir, iban a estar en propiedad del encomendero solo hasta su muerte, luego de lo cual pasaría a manos del Estado. Esto causó el malestar de los conquistadores encomenderos, provocando una reacción hostil a las medidas decretadas, lo que conllevará más tarde a una de las guerras civiles más terribles producidas en tierras coloniales. La guerra de las encomiendas fue de carácter sudamericano. La corona quería centralizar y robustecer su poder, en tanto los conquistadores que querían mantener la perpetuidad de sus encomiendas, lo cual se constituía en una peligrosa amenaza para los proyectos centralistas de la monarquía.

Al frente del movimiento rebelde se puso Gonzalo Pizarro, el cual era un poderoso y rico encomendero del Cusco y Charcas. EL Cabildo del Cusco lo proclamó Capitán General y Justicia Mayor del Perú. Apoyado por Pedro de Hinojosa, almirante de su flota recién creada y de Francisco de Carvajal, el “demonio de los andes”, organizó uno de los ejércitos más poderosos que tenía como propósito evitar la aplicación de las nuevas leyes de indias.

En Mayo de 1544 llegó a Lima el primer Virrey del Perú Blasco Núñez de Vela. Hombre violento e intransigente, vino a aplicar inflexiblemente las  “Leyes nuevas”. La Real Audiencia en tanto, buscaba negociar con los encomenderos la aplicación gradual de dichas leyes; por ello, ante la intransigencia del Virrey opta por destituirlo el 16 de Octubre de 1544, en lo que se considera el primer golpe de estado virreinal, deportándolo inmediatamente a Panamá.

El 28 de Octubre de 1544 el ejército de los encomenderos ocupó Lima, y Gonzalo Pizarro fue proclamado Gobernador del Perú. EL Virrey logró escapar en Tumbes y en nombre del Rey organizó un ejército con el cual hacer frente a las fuerzas rebeldes de Pizarro.  El 18 de enero de 1546 se llevó a cabo la Batalla de Iñaquito, donde el virrey fue derrotado y decapitado en el mismo campo de batalla. La rebelión había ido demasiado lejos, el desafío a Carlos V había llegado al extremo de asesinar a su mismísimo representante, el Virrey Núñez de Vela. Es en esos momentos que Francisco de Carvajal “el demonio de los andes” le trata de persuadir a que se proclame Rey del Perú, afirmando que “el vasallo nunca había de levantar las armas contra su rey, pero una vez tomadas no había de dejarlas nunca”.

Ante esta situación, la Corona envía al Pacificador Fray Pedro de la Gasca en calidad de Presidente de la Real Audiencia de Lima. Hombre sereno y prudente, trató de debilitar la unidad de los encomenderos proclamando desde Panamá un decreto de Amnistía para todos aquellos que desearán volver al bando real. Además señaló su decisión de dejar sin efecto la aplicación de las nuevas leyes, proponiendo en cambio la repartición de nuevas encomiendas a aquellos que desistiesen de seguir apoyando al rebelde Gonzalo. La habilidad política de La Gasca rompió la unidad de los encomenderos, y, su estrategia política no tardó en dar resultados, cuando la escuadra Pizarrista dirigida por Pedro de Hinojosa se acogió al perdón real. Ya en Lima, consiguió el apoyo del jefe de los Dominicos Fray Tomás de San Martín (fundador de San Marcos). Gonzalo Pizarro cada vez se iba quedando solo.

Luego, el encomendero y Capitán Diego Centeno haría lo mismo a la vez que se levantaba en el sur contra el que había sido su líder. El encargado de reprimir el levantamiento de Centeno fue el lugarteniente de Pizarro, Francisco de Carvajal, famoso por su crueldad, conocido como “el demonio de los andes”. El enfrentamiento se produjo en Huarina, el 20 de octubre de 1547, resultando vencedor Carvajal, pero sin lograr capturar a Centeno, que consiguió escapar.

A fines de 1547 La Gasca reune un poderoso ejército en Jauja y con el apoyo de Sebastián de Benalcázar y Pedro de Valdivia marcharon en busca de Gonzalo Pizarro que se hallaba en el sur. El 9 de abril de 1548 las fuerzas de ambos bandos se reunieron en Jaquijahuana (Cusco). Lejos de ser una batalla, en Jaquijahuana se produjo una vergonzosa y cobarde deserción de los soldados pizarristas a favor de La Gasca. Capturado Pizarro, fue sometido a un juicio sumario por un Consejo de Guerra que lo sentenció a morir decapitado. El demonio de los andes, uno de los pocos que permaneció leales a Pizarro también fue ajusticiado en el campo de batalla, terminando sus días descuartizado.

Pacificado el Perú, Pedro de la Gasca procedió a reorganizar el Virreinato, gobernando entre 1548 y 1549, para luego emprender viaje de retorno a España, dejando el poder en manos de la real Audiencia de Lima, el cual gobernó hasta 1551, año en que llega el segundo Virrey del Perú Antonio de Mendoza, el cual muere un año después, volviendo el poder a la Real Audiencia.

CONCLUSIONES

Los conquistadores fueron muy inteligentes al usar animales que los incas nunca habían visto en su vida y que los asustaban. Tal era el caso de los caballos y también de los perros de guerra que eran entrenados para luchar contra los enemigos.

Los españoles no lucharon solos contra los incas, sino que lucharon junto a los huascaristas, rebeldes y pueblos de los alrededores para vencer a los incas.

Los españoles no libraban sus batallas sino eran sus aliados los que luchaban. Ellos iban en la retaguardia como reserva.

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