lunes, 15 de junio de 2015

ECONOMÍA INCAICA

INTRODUCCIÓN

A continuación les presento una investigación, que tiene la finalidad de dar a conocer como tema principal la economía en el Imperio Incaico. 

Cabe destacar que los incas ocuparon gran parte de los andes sudamericanos, en lo que actualmente son los países del Perú, Bolivia, Chile y Ecuador. A estos territorios los incas los llamaron el Tahuantinsuyo, que quiere decir los cuatro puntos cardinales. El Tahuantinsuyo, se organizó en cuatro provincias denominadas suyos, los cuales recibían los siguientes nombres: Chinchasuyo, Antisuyo, Collasuyo y Continsuyo.

El imperio inca, era el imperio en donde nunca se escondía el sol y se le consideraba como el estado más extenso de América Antigua, teniendo como capital el Cuzco, en el actual Perú, a la cual se le denomino en su momento como “el ombligo del mundo”.

Lo mencionado con anterioridad, tiene una relación muy estrecha con la economía de los incas, ya que estos dominaban extensos territorios, pero que en su mayoría se ubicaron en la parte alta de los andes; donde el terreno era realmente irregular. Pero, aunque los territorios eran irregulares para la práctica del cultivo, de igual forma los incas sustentaron su base económica en la agricultura, donde su base alimenticia era el maíz, al igual que las civilizaciones de Mesoamérica,  aparte de sustentarse en la agricultura, los incas también se apoyaron en la ganadería, como base de su economía.

Con esto, se debe resaltar que los métodos de los incas para superar tales problemas al enfrentar,  sea como sea, la adversidad de las tierras altas de los andes, no fue un gran problema a solucionar, porque igual hemos de destacar un gran desarrollo y una prominente actividad económica en la civilización,  transformándose la economía en un punto positivo al progreso del imperio.

Así, con todo lo mencionado anteriormente, presento el tema sobre la economía de una gran civilización que se manifestó en todo su esplendor como el imperio inca.

LA CIVILIZACIÓN INCAICA

La civilización incaica o quechua, fue la última de las grandes civilizaciones precolombinas que conservó su estado independiente (imperio incaico) durante la Conquista de América, hasta la conquista del Perú (1532-1533). 

Con la extensión del imperio, ésta fue absorbiendo nuevas expresiones culturales de los pueblos anexados y se ubicó en los actuales territorios del Perú, Argentina, Bolivia, Chile, Colombia y Ecuador.

Desde la ciudad sagrada del Cuzco, los quechuas consolidaron un Estado que logró sintetizar los conocimientos artísticos, científicos y tecnológicos de sus antecesores. Basados en un concepto de expansión del Estado, el Tahuantinsuyo (Imperio incaico) recogió aquellos conocimientos y los potenció. Actualmente, algunas costumbres y tradiciones de la desaparecida civilización inca prevalecen aún en Bolivia, Ecuador y el Perú.

La conquista del Perú realizada por los españoles encabezados por Francisco Pizarro entre 1530 y 1540 puso fin al imperio, sin embargo, focos de resistencia de los llamados Incas de Vilcabamba se mantuvieron hasta 1572.

La economía inca se basó en la agricultura que desarrollaron mediante técnicas avanzadas, como las terrazas de cultivo llamados andenes para aprovechar las laderas de los cerros, así como sistemas de riego heredados de las culturas pre incas.

Los incas cultivaron maíz, yuca, papa, frijoles, algodón, tabaco, coca, etc. Las tierras eran propiedad comunal y se trabajaban en forma colectiva. Desarrollaron también una ganadería de camélidos sudamericanos (llama y alpaca). Por los excelentes caminos incas (Cápac Ñan) transitaban todo tipo de mercancías desde pescado y conchas del Pacífico hasta sal y artesanías del interior.

Entre las expresiones artísticas más impresionantes de la civilización inca se hallan los templos (Sacsayhuamán y Coricancha), palacios y los complejos estratégicamente emplazados, como Machu Picchu, Ollantaytambo y Písac. Si bien no podemos hablar de un imperio monárquico socialista, por la clara diferenciación económica política y social, el Imperio incaico establece el sistema de reciprocidad y complementariedad económica.

El estado incaico puede ser definido como un estado distribuidor de bienes, bajo un régimen minuciosamente reglamentado, ya que ellos mantenían el control de sus recursos esenciales y garantizaban que ningún habitante del imperio padeciese escasez.

Anteriormente a la conquista en el imperio no existía  el tributo, ni el dinero, ni siquiera algún bien que utilizara como medio de pago. Estos grupos se subastaban a sí mismos en lo esencial y no hacían trueques con vecinos, sino respecto de un pequeño número de productos naturales o de cualquier objeto de muy mínimo valor.

A través de los quipus (sistema de registro de información numérico) el imperio mantenía un control de la tierra y sus trabajadores, su producción de resultado del trabajo de la tierra, se distribuía dentro de los mismos trabajadores, por medio de comunidades autosuficientes que igualmente se conocen como ayllus o comunidades agrarias. Los ayllus comprendían a su vez varias modalidades de tierras explotadas y administradas, en gran número de unidades separadas.

En el imperio incaico los ayllus estaban agrupadas en “mitades” que respectivamente recibían el nombre de:

HANAN-SAYA, mitad de arriba
HURIN-SAYA,  mitad  de abajo

En el Cuzco esta división bipartita de población y tierras se conoce como;

HANAN-CUZCO, mitad de arriba
HURIN-CUZCO, mitad de abajo

Aunque  hoy en día dicha separación se recuerda meramente como división social y religiosa.

En los ayllus, las tierras del inca eran destinadas a sostener en primer lugar al gobierno central, sus funcionarios y sus instalaciones, por lo cual es considerado el ayllu como la base económica del imperio, esta se lleva a cabo generando explotación de las tierras agrícolas y de las minas, estaba reglamentada como exclusiva propiedad del inca que, finalmente era dueño de todo. 

El producto dado por la explotación era dividido en seis partes; tres para el inca, uno para los sacerdotes y dos para el pueblo. Sin embargo la parte del inca “dueño” era también destinada para manutención de los ejércitos, construcciones, canales de regadíos, entre otras obras de carácter público. Esta distribución de recursos entregados era establecida por la cantidad por funcionarios administrativos los cuales controlaban producción, almacenamiento y distribución de los recursos.

Igualmente las tierras de cultivo del ayllu eran asignadas en lotes proporcionales al número de personas de cada familia encargada del trabajo de la tierra, por lo que se considera que la base del ayllu era el parentesco.

Los incas fueron un pueblo de agricultores avanzados, ya que para cada zona desarrollaban estrategias para hacer un máximo aprovechamiento de las tierras. Utilizaron andenes o terrazas de cultivo  para aprovechar las tierras bajas o en laderas de cerros, y en zonas altas dependían de la irrigación ya que habitaban en zonas secas de gran evaporación, por lo cual los incas desarrollaron camellones o también conocidos como  waru waru. También cabe considerar la inexistencia de instrumentos de hierro o acero, meramente la utilización de fuerza de brazos o grandes piedras, todo esto antes de la presencia europea.

ECONOMÍA INCAICA

La economía inca estaba basada en la previsión y planificación de todas las etapas del proceso productivo. En el Tahuantinsuyo, nada estaba fuera del control permanente y directo del Estado, que, haciendo suyas las experiencias tecnológicas y culturales desarrolladas por las culturas pre incas, organizó un aparato productivo, fundamentalmente agrícola, que dio solución a los problemas de alimentación, vestido, vivienda y seguridad social de una población cada vez más numerosa. Se estima que a la llegada de los españoles, esta ascendía de 6 a 10 millones de almas.

El trabajo
El trabajo era considerado como una función social de la que no podía eximirse ningún individuo; era pues obligatorio. Todos los habitantes del Imperio, hombres y mujeres, debían trabajar, pero no era igual para todos sino que se asignaba a cada individuo según sus capacidades. «A nadie se le exigía más de lo que podía dar; así, el niño trabajaba mucho menos que el joven y éste menos que el adulto, edad en la que se exigía el máximo esfuerzo, descendiendo después la exigencia a medida que iba descendiendo la edad». (Luis E. Valcárcel).

El trabajo era colectivo, pues siempre lo hacían con la intervención de todos los miembros de la comunidad o ayllu, los mismos que se ayudaban mutuamente unos a otros. Modalidades de trabajo comunitario eran la mita, el ayni y la minca.

División de las tierras
Las tierras del Imperio se dividían en tres sectores:

Tierras del Sol, destinadas a la obtención del alimento necesario para la ofrenda de los dioses y para el sustento de la clase sacerdotal encargada del culto.

Tierras del Inca o del Estado, destinadas a proporcionar alimento al Inca, su familia, la nobleza y los funcionarios. De estas tierras se sacaba también alimento para la gente que trabajaba al servicio del Inca, para los ejércitos en campaña y para ayudar a los pueblos que por alguna catástrofe perdían sus cosechas. Estos alimentos se guardaban en los graneros. Tanto las tierras del Sol como las del Inca eran trabajadas en comunidad por el pueblo.

Tierras del Pueblo, eran de mayor extensión destinadas a los ayllus para que obtuvieran su sustento. Cada año se hacía el reparto de estas tierras entre los hombres y mujeres aptos para realizar las labores agrícolas. Cada hombre casado recibía un tupu (o topo), otro por cada hijo varón y medio tupu por cada hija mujer. De acuerdo a las informaciones del Inca Garcilaso, un tupu era igual a una fanegada y media (2.880 m2) y representaba una extensión de tierra donde se podía sembrar un quintal de maíz (46 kg). En realidad, según la opinión de Baudin, un tupu era el lote de terreno necesario para cultivar lo suficiente para una familia sin niños. Su extensión debía variar según la clase de tierra.

El Topo: A cada persona se le daba tierra para que pudiera alimentar bien a su familia. A esta porción asignada de tierra se le denominaba TOPO. El campesino tenía como propios la casa, el establo, pequeños animales domésticos (perros, cobayos, patos y gallinas sin cola) y el granero, además de los útiles de labranza.

Lo cosechado en los campos del Estado o de los sacerdotes, era guardado en depósitos separados y lo obtenido era para alimentar a sacerdotes o nobles.

En las zonas de pastura de tierras montañosas, la mayor parte de las llamas pertenecían al gobierno que almacenaba la lana y luego la repartía entre las familias, según sus necesidades.

Es importante señalar que las comunidades de montaña poseían tierras en zonas costeras y viceversa, así no se producían saturaciones con un mismo tipo de alimento.

Los Trabajos Comunales
Los límites de los campos estaban marcados y su destrucción era considerada delito gravísimo. Las tierras no comunales eran cultivadas primero. Cuando llegaba la época de siembra o cosecha llegaban los funcionarios para avisar que era hora de ocuparse de los campos sagrados.

La Mita: El pueblo debía además realizar trabajos públicos, (servicio en el ejército, construcción de carreteras, puentes o fuertes) a esto se le denominaba mita. El tiempo de la mita era variable y podía extenderse durante bastante tiempo. De este servicio, obligatorio entre los 18 y los 50 años, estaban exentos los artistas y artesanos. El sistema de la mita era utilizado para hacer trabajos en las minas, en el empedramiento de calles, en la excavación y limpieza de canales, en la construcción de caminos y puentes, en la edificación de palacios y templos, en el transporte de bienes, y en el levantamiento de silos.

La Chunga: era el trabajo realizado en beneficio del pueblo inca por las mujeres en caso de desastres naturales. Este es similar a la denominada Defensa Civil actual y consistía en curar, ayudar, mantener a los heridos de los desastres naturales tanto como intentar salvar a los que se ven en peligro durante el mismo desastre. 

La Minka: Los miembros del Ayllu eran reunidos en grupos para cumplir con el trabajo que se les había asignado, como por ejemplo de llevar a los silos el producto de la cosecha, etc., como en las tierras del sol y en las tierras que sustentaban al Inca. Para este tipo de trabajo se caracterizaba porque se realizaba en medio de cánticos y en un ambiente de alegría y de placer, estaban obligados a realizarlo vestidos con ropa de fiesta. En retribución a estas faenas realizadas los asistentes a las MINCAS recibían de parte del curaca la alimentación, la chicha que era elaborado por las mujeres de la comunidad y la coca, esta retribución solo se realizaba mientras duraba el trabajo asignado.

El Ayni: Era una forma de prestación de servicios y trabajos basados en la reciprocidad, consistía en la ayuda mutua que se prestaban las familias entre sí y todos los integrantes del Ayllu, el servicio recibido tenía que ser devuelto en forma idéntica o parecida. Aquí había verdadera reciprocidad y compañerismo, ya que se trataba de beneficiar a los que estaban imposibilitados de realizar sus propias labores, este tipo de labores se sigue realizando por pobladores de los Andes.

Los Yanaconas: Los yanaconas eran jóvenes separados muy temprano de los ayllus y eran utilizados, ya sea para tareas en la corte o en la agricultura. A diferencia de la mita, que después de cumplida autorizaba a regresar a su tierra, los yanaconas no regresaban más. Como en ocasiones se los entregaba para el servicio personal de los curacas, con el tiempo podían ellos mismos tener ese cargo.

El Comercio: A pesar de la extensa red de caminos que atravesaban todo el imperio incaico, el comercio no tuvo un gran desarrollo. Tampoco se conocía la moneda, por lo que la manera en que se pagaba era mediante el trabajo o el trueque (intercambio directo de bienes y servicios).

El Trueque: El comercio no tuvo gran desarrollo, pese a la construcción de una extensa red de caminos, debido que se desconocía el uso de la rueda. Tampoco se conocía la moneda, por lo que se pagaba mediante trueque o trabajo. Las transacciones comerciales se efectuaban sobre la base del trueque en la gran cantidad de mercados locales.

El Quipu: Desconocían la moneda. Sin embargo idearon un sistema mnemotécnico de haces de cuerda (quipus) con nudos y colores que les permitieron anotar cantidades, siendo usado como instrumento de contabilidad.

Comprender la sociedad y economía andina prehispánica, implica entender a pueblos en los que no existió el comercio, la moneda ni el mercado, pero sí el intercambio. Veremos la forma en que se acumularon recursos para posteriormente ser redistribuidos. Esto se dio a través de los dos medios organizadores de la sociedad y economía andina: la reciprocidad y la forma particular de redistribución. Ambos sustentados en las relaciones de parentesco.

Reciprocidad y redistribución 
Reciprocidad.- este sistema era lo que se denomina trueque o intercambio de favores. Por ejemplo: -Tú dabas papas y a cambio te daban camote o te quedaban debiendo algo que después te darían. Tú ayudabas a un vecino a ampliar su casa y él te ayudaba en tu sembrío de alimento o en tu turno en la mita. 

Redistribución.- este sistema consiste en la distribución de tierras de un fallecido entre su ayllu o familia. Por ejemplo: Si moría tu tío y te daban 1/4 de su tierra, a tu hermano 1/4 de ella y a tu primo 2/4 de la tierra de su padre. 

Obtención de recursos mediante la reciprocidad
La reciprocidad como muchas otras formas culturales y logros del mundo andino tiene sus orígenes en tiempos anteriores al establecimiento del Tawantinsuyo. Sin embargo, me remitiré solamente a la forma como se dio en el tiempo de los incas.

La reciprocidad fue el medio o sistema de intercambio de mano de obra y servicios.

La reciprocidad se sustentó en el incremento de lazos familiares. Es decir, la multiplicación de los vínculos de parentesco fue necesaria para la existencia y continuidad de la reciprocidad.

La redistribución era una función realizada por el jefe de Ayllu, curaca o Inca, quienes concentraban parte de la producción que posteriormente era distribuida a la comunidad o diversas comunidades, en épocas de carencia o para complementar la producción de esos lugares.

Niveles de reciprocidad y redistribución
A nivel ayllu:
En este nivel los miembros del ayllu en el que existen relaciones de parentesco, realizan la prestación de servicios en forma regular y continua entre diferentes ayllus.

En un primer momento, los miembros del ayllu "A" prestan sus servicios a los del ayllu "B" y éstos a cambio les entregan el alimento necesario para que cumplan con su labor. En un segundo momento, la situación se invierte. Posteriormente ambos intercambian sus productos. A esta forma de intercambio de mano de obra se le denomina ayni. Este nivel de reciprocidad que viene a ser simétrico, sólo permite una redistribución en mínima escala. Hoy por ti, mañana por mí. Yo te doy y tú me das.

A niveles más amplios (jefe étnico, macro étnico o Estado):
Comprender cómo fue que se aplicaron estos principios en escalas mayores, demanda partir del estudio del rol de los curacas en el mundo andino. 

Los curacas eran elegidos, seleccionados o promovidos por su grupo étnico, luego de cumplir ciertos rituales específicos de cada grupo. Durante el Tahuantinsuyo, el inca no intervenía en la elección o selección de los curacas salvo muy raras ocasiones.

El curaca para acceder a la prestación de mano de obra de su etnia debía a cambio ofrecer determinados servicios. Éstos podían ser:

Mediar en conflictos personales.
Administrar y distribuir recursos: tierras, agua y depósitos. Planificar y dirigir la construcción de canales, depósitos y terrazas para cultivos.

Cumplir con los rituales religiosos de la etnia (entregar ofrendas a los dioses), organizar las fiestas familiares, militares, etc.

Organizar el aprovechamiento de los recursos de otros pisos ecológicos.

Aquí se cumple la reciprocidad, el curaca realiza determinadas funciones y recibe a cambio bienes o fuerza de trabajo. El trabajo colectivo que realizan los ayllus a favor de su curaca se llama mita.

Además el curaca étnico o macro étnico mantenía vínculos de parentesco con su etnia lo cual le garantizaba establecer la reciprocidad y redistribución. Una vez iniciada la expansión Inca las relaciones de reciprocidad y redistribución alcanzaron niveles diferentes, mayores y complejos. Será el Estado Inca el que tendrá el acceso a la mayor cantidad de mano de obra por los vínculos de parentesco que estableció la familia real con los diferentes Jefes de los grupos étnicos.

En los inicios de la expansión del Tahuantinsuyo para que el inca pudiera acceder a la mano de obra de los pueblos que se incorporaban a su territorio, debían cumplir con los rituales exigidos. En un primer momento, tenían que formalizarse relaciones de parentesco. Luego, el inca debía agasajar a los curacas, recién después el soberano podía hacer la "petición", "ruego" o "requerimiento" del servicio. Los curacas accedían a prestarle el servicio y el inca entregaba "regalos" que podían ser mujeres, ropa, objetos suntuarios, coca, entre otros. Finalmente, al terminarse el trabajo para el inca, éste entregaba nuevamente obsequios a los curacas en agradecimiento por la mano de obra cedida.

Entonces, para que el inca pudiese solicitar un servicio debía tener un lazo de parentesco con el curaca. Así tenemos que el inca se casaba con la hermana del curaca y éste con la del inca o alguna mujer de su entorno familiar. De esta manera, quedaba establecido el requisito básico para que se establezca la reciprocidad. Cada inca al iniciar su periodo debía restablecer estas relaciones y las negociaba con cada curaca.

Existían convenios de reciprocidad, entrega de energía humana a cambio de la recepción de determinados bienes de la redistribución.

Cuando el Tahuantinsuyo fue ampliando sus fronteras, el inca ya no podía realizar personalmente todos los ritos de la reciprocidad, esto dio lugar a la construcción de centros administrativos donde los representantes del inca (yanas) se reunían con los jefes étnicos para renovar los vínculos de reciprocidad. El inca buscó medios para evadir los ritos de la reciprocidad sobre todo los relacionados al "ruego" y al "requerimiento", para lo cual contó con la presencia cada vez mayor de "yanas".

Resumiendo, se puede decir que en sus inicios, el poder del inca (Estado) se sustentó en una constante renovación de los ritos de la reciprocidad, para lo cual debió tener en sus depósitos objetos suntuarios y de subsistencia en cantidad suficiente para cumplir con los curacas y jefes militares que se hallaban dentro del sistema de la reciprocidad. En la medida que creció el Tahuantinsuyo, creció el número de personas por agasajar, lo que dio lugar a la búsqueda de nuevas formas de acceder a la mano de obra obviando los ritos de la reciprocidad. Así aparecen los centros administrativos y más adelante los yanas.

Agricultura
Los incas fueron un pueblo esencialmente agrícola; sin embargo, tuvo su asiento en un territorio falto de tierras cultivables. Para superar tal deficiencia aplicaron técnicas agrícolas, las principales de las cuales fueron las siguientes:

Andenes o terrazas, para evitar la erosión y aprovechar las laderas de los cerros.
Waru waru, técnica heredada de las poblaciones del altiplano, en la que se araban surcos alrededor de los cultivos y se les llenaba de agua para crear un microclima más estable que el ambiente.

Pozas secas que se llenaban en época de lluvias. Era muy empleado en la costa. Se les llamaba simplemente lagunas o cochas.

También tuvieron sistemas de riego mediante acueductos o canales y utilizaron abonos (excrementos de camélidos, de cuyes, y el guano de islas). Se debe resaltar además su técnica de mejoramiento de especies, como al parecer lo atestigua el sitio de Moray, conformado por una serie de andenes circulares, que simula un anfiteatro, sitio que posiblemente fue un centro de investigación agrícola, donde se llevaron a cabo experimentos de cultivos a diferentes alturas. La disposición de sus andenes produce un gradiente de microclimas teniendo el centro de los andenes circulares concéntricos una temperatura más alta y reduciéndose gradualmente hacia el exterior a temperaturas más bajas, pudiendo de esta forma simular hasta 20 diferentes tipos de microclimas. 

Se estima que los incas cultivaron cerca de setenta especies vegetales, entre ellas, papas (cerca de 200 variedades), camotes, maíz, ajíes, algodón, tomate, maní, coca y quinua.

Ganadería
Los camélidos fueron un recurso esencial del Tahuantinsuyo.

El Estado inca se preocupó de abastecerse tanto de la carne como de la fibra de estos animales. La ganadería, a diferencia de la agricultura, fue menos favorecida. Esto se debió a la escasa fauna andina. Aun así, constituyó la única ganadería existente en la América precolombina, constituida por los dos camélidos sudamericanos, que domesticaron: la llama y la alpaca, de los que aprovechaban tanto su carne para alimento, como su fibra o lana para sus vestimentas. La llama también fue utilizada como medio de transporte de carga. Antiguamente, a los camélidos sudamericanos se les denominaba auquénidos, término erróneo que ya no debe usarse pues corresponde científicamente a un grupo de insectos de la familia de los Curculiónidos (gorgojos). Si bien no domesticaron la vicuña y el guanaco, aprovecharon también la carne y la lana de estos camélidos, para lo cual organizaban cacerías llamadas chacos o chakus.

Criaron también el cuy, roedor andino que hasta hoy es la base de muchos potajes de la gastronomía andina.

La ganadería se relacionaba estrechamente con la agricultura. Los incas no concebían una sin la existencia de otra. Al igual que la agricultura, la ganadería estaba distribuida entre el Sol, el Inca, la nobleza y el pueblo.

Pesca
Los habitantes de las costas del Pacífico y de las riberas del lago Titicaca se dedicaban a la pesca. De ella obtenían alimento, material para fabricar objetos como peines y agujas y abono para la tierra. Para pescar usaban anzuelos, redes, canastas y arpones. En la costa usaban desde remotos tiempos el famoso caballito de totora, que era un haz de juncos dispuestos en forma de cigarro, sobre el cual montaba el pescador, que para impulsarse usaba un pequeño remo. Para la pesca más prolongada usaban balsas de madera impulsadas por una vela de fibra de algodón, con las que se atrevían a incursionar más adentro del mar. Se dice que el “caballito de totora” fue trasplantado por orden del inca Pachacútec a las orillas del lago Titicaca, donde a partir de entonces se usan las ya tradicionales balsas de totora.

Comercio
Entre los incas, y en general en todas las culturas andinas se empleó el comercio de trueque, que consiste en el cambio que hace un individuo de los productos que le sobran por otros que, a su vez, necesita. Así, por ejemplo, los habitantes de la costa intercambiaban sus productos (pescado seco, conchas, etc.) con el de los habitantes de la sierra (alimentos, lana, etc.).

Sin embargo, se tiene evidencia de que algunos productos aprovechados por todos hacían las veces de moneda, como por ejemplo, el ají, la sal, el maíz, el algodón, la coca, plumas de aves y conchas marinas. Se mencionan también hachas pequeñas o tumis. El que vendía recibía en pago cualquiera de estos productos. Cuando compraba, pagaba a su vez con los referidos productos.

No existió el oficio de “comerciante” como hoy lo conocemos, sin embargo, sabemos que la administración inca, al conocer que el valle de Chincha se hallaba tan superpoblado al punto que no podía satisfacer la alimentación de todos sus habitantes, decidió dividir a su población económicamente activa en tres grupos: agricultores, pescadores y “comerciantes”.

La economía se basó principalmente en la agricultura, motivo por el cual pusieron el mayor énfasis en esta actividad económica. Los incas utilizaron diferentes zonas productivas. Como estas áreas estaban determinadas por la altura a la que se encontraban, se llamó a este sistema control vertical de la producción. Esto les permitió contar con una gran variedad de productos que aseguraban su subsistencia. Las cuatro zonas productivas eran: La sierra, la puna, la costa y la ceja de selva.

La sierra: es una zona seca y fría a más de 3.500 metros de altitud. Para cultivar en ella, se valieron del sistema de terrazas o andenes  que consistía en excavar las laderas de las montañas para formar pequeños terraplenes, sujetados por muros de piedra. Sobre ellos se colocaba buena tierra y abono. Luego se irrigaban artificialmente por medio de canales. Los principales cultivos en esta zona fueron el maíz, el arroz peruano y la coca.

La puna es una zona desértica y fría, a más de 5.000 metros de altura. En ella se criaban llamas y alpacas, y se cultivaba papa y ají. La irrigación en la puna era natural, es decir, por deshielos.

La costa es una zona árida y seca. De ella provenían pescados y mariscos, calabazas, aguacates, maní y cacao. Para cultivar en esta región, tuvieron que apelar a la fertilización de la tierra y a la construcción de canales de riego.

Por último, el borde de la selva es una zona húmeda y cálida. De allí provenían productos tropicales, frutas, hierbas comestibles, hongos, miel, aves, ranas, liebres y madera.

El Estado Inca
El Estado ejercía muy importantes funciones en la sociedad incaica. La tierra era de su propiedad y la mayor parte de explotaba comunalmente, también le pertenecía los rebaños de llamas y las minas. El estado protegía a la población del hambre, la explotación y de cualquier necesidad; pero el precio era duro, los individuos estaban muy reglamentados, no se podía salir de la comunidad sin permiso. De todas maneras, los nobles y sacerdotes eran mantenidos por el trabajo del pueblo.

La base de la Economía Inca.
En América del Sur, el pueblo precolombino más conocido es el de los incas. Este pueblo se estableció en las mesetas de los andes peruanos, extendiéndose desde el sur de Colombia hasta el norte de chile.

A lo largo de la historia de américa se ha reconocido a este pueblo por su gran desarrollo y avances en las distintas áreas en las cuales se desenvolvieron, logrando marcar un sello distintivo. Pero, el objeto de la investigación es la economía inca y como lograron establecerse y formar esta gran civilización que se desarrolló en la área andina.

Se ha logrado establecer a través de las fuentes de información, principalmente las ciencias auxiliares de la historia, que la unidad que se encargaba de la organización económica del imperio inca era el ayllu; que se asemejaba con un barrio, que componía una unidad de organización social, donde ubicábamos a un grupo de individuos unidos por lazos de parentesco, pero también se manifiesta como la unidad de organización económica del imperio; ya que dentro del ayllu se realizaban las diversas actividades del imperio. Al menos así lo determina Osvaldo Silva: Los ayllus, económicamente, eran autosuficientes. Poseían un territorio claramente delimitado, dentro del cual las actividades se repartían en forma comunitaria; una serie de obligaciones recíprocas ligadas  a los miembros entre sí.

Se ha destacado en la cita: dentro del cual las actividades se repartían, esta frase hace referencia al ayllu, y determina algo clave en la investigación, que es confirmar que dentro del ayllu se realizaban las actividades económicas del imperio.

El estado incaico puede ser definido como un estado distribuidor de bienes, bajo un régimen minuciosamente reglamentado, ya que ellos mantenían el control de sus recursos esenciales y garantizaban que ningún habitante del imperio padeciese escasez

Los avances de la civilización incaica hicieron posible un desarrollo de la agricultura realmente increíble, fue tanto su avance que algunos autores la determinan como la más avanzada de américa. Así lo determina Pedro Carrasco, cuando planteó que:

El nivel técnico de los incas era probablemente el más avanzado del continente. Sobresalen la agricultura intensiva, con riego, andenes y abono en mayor escala que en las demás civilizaciones del nuevo mundo (…). 

Lo más importante que se debe destacar en la agricultura incaica, es que se manifestó de distintas formas, según el área en donde se encontraba esta unidad de organización social y económica, que era el ayllu. Tomando en cuenta este punto, se puede interpretar que la gran problemática de la economía inca, fue el territorio en donde se ubicaban, principalmente por los variados climas que se daban desde el sur de Colombia hasta el norte de Chile. 

Se determina que a través de la agricultura intensiva se obtenía los inmensos excedentes agrícolas en que descansaba toda la economía del imperio incaico. 

Pero, la agricultura no es la única actividad económica que se desarrollaban en los ayllus; también está la ganadería, donde se destaca la cría de auquénidos y otros animales, los cuales proporcionaban a los incas de lana, pieles, carne y transporte; y como no destacar, el gran aporte a la agricultura en el caso del estiércol o abono, que utilizaban de fertilizante en su agricultura intensiva. Dentro de los animales a destacar encontramos a la llama, la alpaca, el huarizo y mixti, el cuy, los perros y la vicuña, este último muy importante en la producción de la lana por su alta calidad.   

Otro punto a mencionar de la economía incaica, es el desarrollo de la metalurgia y la artesanía, que al igual que la ganadería se alternaba con la base de subsistencia que era la agricultura.  La metalurgia de los incas era la más avanzada de toda América, siendo el desarrollo de esta un sinónimo de grandes aportes, por la razón de una alta producción de utensilios o herramientas que les permitió efectuar un trabajo mas efectivo; ya que  se desarrollaron utensilios para la agricultura, en el caso de las puntas de taclla, también el desarrollo de armas, como hachas y mazos; y por ultimo utensilios de uso doméstico.  Todo esto se logra con el alto nivel técnico y el trabajo hecho en el oro, la plata, el cobre y de aleaciones de estos mismos metales. Con otros metales variados. Así el trabajo en la metalurgia abre un camino a nuevas facilidades y un mayor desarrollo en la economía.  

Por último, otro punto de la economía de los incas fue su desarrollo en su gran sentido estilístico concorde a la época, con un gran desarrollo en la decoración, donde su mayor esplendor se ve reflejado y con real excelencia en la cerámica.

CONCLUSIONES

Con esto se determina que los incas, fueron una muy organizada civilización en lo económico, tanto que sus sistemas fueron ejemplos para los pueblos o tribus que los rodeaban, llegando incluso a usarse el sistema agrario por los quechuas y aymaras.

Incluso se nota expresamente que fue una economía integrada a su organización política dentro de la cultura incaica. Podemos concluir que la economía inca es organizada, dirigida y de centralización económica, manteniendo presente siempre a la plebe, distribuyendo los recursos de una manera justa y apropiada, es decir, la civilización incaica fue una cultura económicamente práctica, ordenada, social, con preferencia en sus ciudadanos. 

Pero nada de esto se hubiera podido llevar cabo sino contaran con instituciones desarrolladas dentro del imperio que proporcionaban la estabilidad y organización de los ayllus.

Lamentablemente cuando, Occidente y el Nuevo Mundo chocaron, una ola inmensa de cambios devastó lo que sería en el futuro de una prometedora empresa.

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